El transhumanismo

Hay quienes llevan su amor a la tecnología más allá de los límites de la imaginación. Los transhumanistas creen que el futuro es la solución a nuestros problemas, que la evolución no ha culminado con el homo sapiens sino que, más bien, somos un mero eslabón en la cadena hacia algo superior. En ese humano del futuro, la tecnología, la ciencia y el pensamiento racional, serán las claves para dirigir la evolución de forma autoconsciente. Los transhumanistas están convencidos de que, aplicando de manera consciente y dirigida el poder de la tecnología y la ciencia, se podrá alcanzar el mayor grado de evolución y se podrá vencer a la muerte. Desde el clásico pensamiento humanista, van más allá, no sólo pretenden moldear las sociedades hacia la libertad y la democracia, por medio de la educación y el libre pensamiento. Su objetivo va mucho más allá, la trascendencia de la humanidad hacia la mejora del propio cuerpo humano, interviniendo de forma activa y consciente en nuestro camino evolutivo. Confían en la más avanzada tecnología para lograr este objetivo. Sus puntales son la nanotecnología y la electrónica de vanguardia, la neurocirugía y las técnicas de implantes, la física cuántica y la biología molecular. Esos son los nuevos “dioses”, o mejor, las herramientas para superar nuestro actual estado hacia la transhumanidad.
Para explicar, y a la vez animar a la gente a unirse a ellos, los miembros de la World Transhumanist Association redactaron hace tiempo la Declaración Transhumanista. Este optimista texto muestra una confianza absoluta en el futuro, eso sí, siempre que sepamos mantenerlo controlado, lejos de las pasiones más bajas de nuestra especie. Lo que sigue es el texto básico resumido de esa declaración:
En el futuro, la Humanidad mutará radicalmente gracias a la tecnología. Nosotros, los transhumanistas, prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como el envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento, y nuestro confinamiento al planeta Tierra. La investigación sistemática debe enfocarse de acuerdo a esos desarrollos venideros y sus consecuencias a largo plazo.
Los transhumanistas creemos que, siendo abiertos y aceptando las nuevas tecnologías, dispondremos de mejores oportunidades para volverlas en nuestro provecho que si intentamos condenarlas o prohibirlas. Los transhumanistas defendemos el derecho moral de aquellos que deseen utilizar la tecnología para ampliar sus capacidades mentales y físicas y para mejorar su control sobre sus propias vidas. Nosotros buscamos el crecimiento personal, más allá de nuestras actuales limitaciones biológicas. En cuanto al futuro, es obligatorio tener en cuenta la posibilidad de un progreso tecnológico traumático. Sería trágico si no se materializaran los potenciales beneficios a causa de una tecnofobia injustificada y las prohibiciones innecesarias. Sería igualmente trágico que se extinguiera la vida inteligente a causa de algún desastre o guerra causados por las tecnologías avanzadas.
Necesitamos crear foros donde la gente pueda debatir racionalmente qué debe hacerse, y un orden social en el que las decisiones serias puedan llevarse a cabo. El transhumanismo defiende el bienestar de toda consciencia, ya sea artificial, humana, ánima, o extraterrestre, y abarca muchos principios del humanismo laico moderno. El transhumanismo no apoya a ningún grupo político determinado.
Por su parte, los extropianos van incluso más allá. Aunque mantienen un optimismo común con los transhumanistas acerca de moldear el futuro, sus propuestas se centran más en la perfección, en alcanzarla y superarla, su meta es la modificación a voluntad de la mente y el cuerpo humanos, la capacidad para superar todas nuestras limitaciones actuales gracias a la tecnología, sin el barniz social de los transhumanistas, aunque pueden considerarse filosofías muy parejas o, cuando menos, emparentadas. En sí, el extropianismo es una derivación filosófica del transhumanismo. Desafían la inevitabilidad del envejecimiento y de la muerte, creen en el crecimiento casi infinito del conocimiento humano y de la ciencia y la tecnología. Puede que esta sea una de las propuestas filosóficas para el siglo XXI, ahora que la humanidad anda a la búsqueda de nuevos ideales que substituyan a las viejas ideologías y religiones, caídas en el descrédito.
La interesante Declaración Transhumanista de Los Principios Extropianos, obra de Max More, presidente del Extropy Institute , puede considerarse como el embrión de lo que posiblemente será una de las filosofías o ideologías con más vitalidad del siglo XXI. Los objetivos del extropianismo quedan resumidos en las palabras del propio More:
Con la llegada de la conciencia conceptual de la especie humana, el factor de progreso se aceleró bruscamente en cuanto aplicamos la inteligencia, la tecnología y el método científico a nuestra condición. Pretendemos mantener y acelerar este proceso evolutivo, superando los límites biológicos y psicológicos humanos.
No aceptamos los aspectos indeseables de la condición humana. Desafiamos las limitaciones naturales y tradicionales que pesan sobre nuestras posibilidades. Defendemos el uso de la ciencia y la tecnología para erradicar las restricciones sobre la esperanza de vida, la inteligencia, la vitalidad personal y la libertad. Denunciamos el absurdo de aceptar mansamente los límites “naturales” acerca del promedio del plazo de vida. Queremos vida para ir más allá de los confines de la Tierra -la cuna de la inteligencia humana y transhumana- a habitar el cosmos.
Bien, son ideas interesantes, puede que lleguen a constituir filosofías muy extendidas en próximas décadas pero… ¿se atreverán a llevar al mundo real su idealizado “nuevo humano”? ¿Lograrán alumbrar la nueva carne y superar las limitaciones de nuestros débiles cuerpos? No sé, igual se trata de una nueva esperanza… o terminemos convertidos en una conciencia grupal, al estilo Borg.

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